A ritmo de Sirtaki

El miércoles por la noche recibí una llamada. "¿Te vienes a Grecia?". Y no me lo pensé dos veces, porque hay cosas que es mejor hacerlas y punto. Así que en un mes me voy a Atenas, 4 días, y mentalmente llevo dos días bailando el sirtaki. Es mejor que estar pensando en otras cosas.

Besos y hasta pronto,
Celina

Y sin embargo, sigo aquí

Hola gente. Estoy en un estado de asqueamiento general, y supongo que escribir aquí para compartirlo hará que me sienta un poco mejor. De verdad que llevo unos días en los que me parece no estar. Me levanto, voy a un trabajo nada estimulante, estoy horas y horas en una oficina en la que me muero de calor, escribiendo sobre temas que no me interesan en absoluto. Bajo a tomarme un té y a meditar sobre lo primero que se me pase por la cabeza, desde una servilleta hasta la existencia misma, leo un rato, regreso a la oficina con la esperanza de que no se me haga demasiado tarde. Se me hace tarde. Cojo la bici, recorro las calles de Barcelona buscando algo que me saque del letargo existencial. A veces, si hay suerte, quedo con el que ahora mismo es mi único amigo en este lugar. Regreso a casa en tren. Casi siempre me siento en el mismo lugar, para no modificar en absoluto la rutina. Cualquier ataque de rebeldía sería también parte de esa rutina, así que me vence la pereza.
Llego a casa, me ducho, me pongo el pijama, ceno dos rodajas de pan de nueces con una loncha de pavo perfectamente colocada encima de cada una. Me meto en la cama, leo otro rato, compruebo que el despertador sigue en hora (¿acaso lo iba a cambiar el duende de los despertadores?), me pongo los tapones amarillos en los oídos y a dormir.

De vez en cuando me asalta la duda. ¿Qué fue del año pasado, de la gente que conocí, los sitios que visité, las emociones que experimenté? Como dice una canción, "¿adónde van las palabras?" No sé, pero desde luego, se me perdieron por el camino. Y sin embargo, sigo aquí.